Destinos

Turismo sustentable

Las autoridades y turoperadores arubeños tratan de equilibrar el desarrollo con la protección ambiental.


Aruba es lo más parecido al paraíso que uno pueda imaginarse. Preciosas aguas color turquesa, playas de arena blanca finísima y atardeceres románticos han atraído a los turistas desde hace muchos años. Su ubicación fuera del área de huracanes le permite recibir turistas el año entero, mientras que los constantes vientos ofrecen un respiro al promedio de temperatura de 28ºC.

“He viajado a muchos lugares y tengo que decir que éste es el más agradable”, afirma Jennifer Garrity, de 27 años y enfermera pediátrica de Boston que vino por recomendación de su agente de viajes. “La gente es muy abierta y agradable. Siempre están sonriendo y uno puede decir que es natural, no falso”, agregó. No sorprende entonces que la isla tenga la mayor cifra de visitantes que vuelven repetidas veces en el Caribe. El turismo constituye 40% de la economía del país. Parte de Holanda, aunque políticamente autónoma, Aruba recibió un récord de 732,514 turistas que pasaron al menos una noche en el país en 2005, cuatro veces más que en 1985 y más de siete veces su población. Más de medio millón llegaron los barcos de crucero, que ahora ocupan tanto espacio en el principal puerto de la isla que el gobierno ha comenzado a desviar los barcos de carga de Oranjestad a otro que se construye en el sureste, en Barcadera.

El gobierno y el sector turístico han tomado medidas para hacer frente a la avalancha de turistas con inversiones por más de US$274 millones en 2006. El principal puerto es objeto de mejoras, como una villa de lujo de 18 hectáreas con un máximo de 350 unidades habitacionales, y más de 10,000 metros cuadrados de espacio comercial y tiendas. El gobierno invierte US$16 millones en un parque de 16 kilómetros de largo, el mayor del Caribe, que va desde el Aeropuerto Internacional Reina Beatriz hasta el final del corredor de hoteles de Aruba.

Varias aerolíneas recientemente aumentaron sus servicios a la isla, entre ellas American Airlines, Continental, US Airways y Delta. En el aeropuerto se realizan obras de ampliación por valor de US$400 millones para crear un área central de seguridad, instalar elevadores para viajeros discapacitados y distribuir carritos de equipaje gratis.

El grueso de las nuevas inversiones se harán en los hoteles y centros turísticos, donde ya se han inyectado más de US$224 millones en proyectos desde 2005 hasta 2007. El RIU Aruba Grand ha comenzado una ampliación de US$60 millones para añadir 286 habitaciones y convertirlo en una instalación de cinco estrellas que se llamará RIU Palace. Por su parte, el Holiday Inn Sunspree Aruba es objeto de una renovación de US$5 millones, la primera fase de una programa a tres años. Y el Occidental Grand Aruba Resort está finalizando una renovación de US$24 millones para convertirse en la primera instalación turística de cinco estrellas de la isla en la modalidad de todo incluido.

Otra instalación arubeña, las tres instalaciones de Divi Resorts, ha decidido ampliarse. El Divi Aruba Phoenix Beach Resort construye una torre de US$20 millones que aumentará en más de 100% la capacidad. El Divi Aruba All-Inclusive invierte US$5.5 millones en 55 habitaciones que deben estar listas en diciembre de este año. Por su parte, el Divi Village Golf and Beach Resort se ha embarcado en un proyecto de US$42 millones.

El Aruba Marriott Resort and Stellaris Casino completó en 2005 la ampliación de un salón de fiestas y el casino; también comenzó una renovación de habitaciones por valor de US$3.4 millones e invertirá US$12 millones más en renovar habitaciones en 2007. En el caso del Renaissance Aruba Resort & Casino, está completando una modernización de US$10 millones. El Hyatt Regency Aruba Resort & Casino, por su parte, comenzó una renovación de US$20 millones en junio.

Seis nuevos restaurantes también han comenzado a levantarse en la isla y varios touroperadores privados amplían sus actividades. De Palm Tours ha decidido invertir US$5 millones en una nueva flota de vehículos todoterreno y Land Rovers, así como una gran renovación de su isla privada De Palm Island, donde la construcción de canales en su nuevo parque acuático Parrot Fish está casi concluida.

Un parque acuático aún mayor se planea cerca de los hoteles. El Morgan’s Island Aruba Aqua Park será el parque acuático más grande de América Latina y el Caribe con un área de 70,000 pies cuadrados.

Pero el crecimiento del turismo preocupa a algunos en el sector, que critican a los vehículos y todoterrenos por erosionar las dunas de arenas y alegan que la contaminación y el contacto con los humanos afectan los corales y la vida marina. Los conservacionistas dicen que la construcción de hoteles ha hecho de las playas un lugar cada vez menos propicio para que las tortugas del Caribe, en peligro de extinción, puedan desovar.

“Nos hemos concentrado demasiado en el desarrollo económico y no lo suficiente en la conservación”, afirma Byron Boekhoudt, biólogo marino y asesor del Ministerio de Trabajo, Cultura y Deportes de Aruba. “Parece que desde hace mucho tiempo ha habido un desequilibrio. Ahora estamos tratando de solucionar la situación”, agrega.

Como resultado, muchas de las iniciativas de las autoridades se concentran ahora en el turismo sustentable que respete el medio ambiente y que tiene por fin permitir la exploración de las áreas naturales sin afectar el entorno.

Ahorros. El Bucuti Beach Resort, por ejemplo, ha ganado premios por sus programas de reciclaje y conservación de agua y electricidad, así como la protección de la fauna y la flora autóctonas, lo que lo convierte en la estrella del turismo ecológico en la isla. “Es una inversión considerable, pero rinde frutos, entre uno y dos años”, explica el propietario de Bucuti, Ewald Biemans.

Y la isla misma también ha iniciado un ambicioso programa de control de costas, financiado por donaciones internacionales, para tratar de proteger sus costas del turismo. Por ejemplo, el plan designa parques marinos todas las costas de la isla y los usuarios tendrán que solicitar autorización, que puede revocarse, si no respetan las normas ambientales. Las embarcaciones de turismo también necesitarán permisos del gobierno y los funcionarios contemplan un mejor control sobre los cambios de zonificación que afecten las playas.



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